Discurso en Viena (1929)

Lü Bicheng 吕碧城

Señor Presidente; señoras y señores:

Estoy muy complacida por tener la oportunidad de compartir mis opiniones con ustedes. La población china representa una cuarta parte de la población mundial y tiene una historia de aproximadamente cinco mil años, por eso tal vez nuestra filosofía sobre la protección de animales pueda tener interés para todo el mundo. Observamos que tal ideología se desarrolló en China a partir de tres fuentes: 1) el budismo; 2) el confucianismo; y 3) la legislación antigua. Los principios del budismo prohíben estrictamente cualquier matanza; el confucianismo muestra sobriedad y enseña que no se debe matar sin escrúpulos: «Al verlo vivir, nos duele verlo morir; al oírlo mugir, da pena su carne consumir». En cuanto a las leyes antiguas, se puede encontrar esta filosofía esporádicamente en los rituales de la dinastía Zhou: el rey no debe matar vacas sin motivo alguno; los nobles no deben matar corderos sin motivo alguno; los plebeyos no deben matar cerdos sin motivo alguno. Normalmente se mataba animales solo en ocasiones ceremoniales como las fúnebres y otras celebraciones, ya que los alimentos diarios
consistían solamente en verduras y cereales. A pesar de que la China antigua no se regía
por una legislación formal, los rituales tenían un carácter legítimo. Aunque este régimen fue perdiendo vigencia, era todavía una infracción matar bueyes de carga. Esta prohibición perduró hasta el último gobierno autocrático de la dinastía Qing.

Desde la gran revolución de 1911, han tenido lugar muchas reformas y reconstrucciones, que devastaron casi por completo la civilización antigua de nuestro país. Hace poco leí en un periódico chino que una empresa europea solicitó permiso a través del ayuntamiento de Tianjin para exportar anualmente nueve millones de libras de ternera y diez mil vacas vivas, permiso que nuestro gobierno ya oficialmente denegó, alegando que en China se da a las vacas tan solo un uso agrícola y no se pueden matar para el consumo, y que la ley antigua había recobrado vigencia. En nuestro país hay aún numerosos budistas que son vegetarianos y están totalmente a favor de la protección de todos los animales. Además existen muchas organizaciones caritativas que incluyen esta ideología en sus principios. Pero los socios de estas entidades suelen ser tradicionales, no saben idiomas extranjeros y por tanto no tienen medios para entrar en contacto con las instituciones internacionales. Yo me esfuerzo para presentar en los periódicos chinos todos los movimientos de protección de los animales.

Tanto en el norte como en el sur de China hay una capital comercial: en el sur, Shanghai y en el norte, Tianjin. Ahora en esta última ciudad se va a construir un matadero que requiere de instalaciones más innovadoras. He presentado al director los planos de una aturdidora eléctrica, inventada por empresas alemanas. Pero el motivo por el cual he asistido con mucho gusto a esta conferencia es el movimiento mundial por la inhibición de matar animales. Hemos hablado exhaustivamente de múltiples métodos para proteger a los animales; ahora bien, ¿cómo podemos explicar el hecho de que sigamos considerando lícita su matanza? La prohibición de maltratos forma solo una parte de mi deseo, no representa la totalidad de mis ideas. Aunque el cumplimiento de mi deseo quede lejos, aunque deba esperar un milenio, me comprometo a emprender acciones desde ahora.

La matanza de animales a manos del ser humano es un abuso – y, en mi opinión, una gran vergüenza para toda la civilización humana. Antes de la guerra civil americana iniciada por el presidente Lincoln a favor de la libertad de los esclavos negros, se los consideraba como animales. Los comerciantes de esclavos nunca quisieron reconocer su error. Esto es equiparable al hecho de que nosotros erróneamente consideremos que la matanza de animales es razonable. Me atrevería a decir que la paz mundial no depende en absoluto de los acuerdos internacionales, sino del espíritu humanitario. Y el espíritu pacífico se edifica con virtudes como la justicia, la bondad y el amor. Cuanto más apliquemos estas virtudes hacia los demás, más elevado será su valor, desde el propio país hacia los otros países, desde la propia raza hacia las demás, como la hazaña del presidente Lincoln. Si aplicamos estas virtudes a los seres no humanos, tendrían un valor aún más alto. Cuando la humanidad incorpore estas virtudes, entonces podremos alcanzar por fin la paz mundial. Inhibirse de matar animales no es solo mi opinión personal, sino también la de todos los pacifistas vegetarianos de mi país.

Traducción de Wang Qian 王岍 y Virginia Estaciones.

Publicado originalmente en RCT- Revista China Traducida, nº 3-4 (2016), pág. 4-5.